viernes, 29 de enero de 2010

El silencio

Y cuando me sienta caer, lo único que puedo hacer es leer a Galeano y dejarme vivir un rato.
A la noche, cuando no escucho, aparecen miles de esos seres que hablan, ríen, sienten, sufren y caen como yo. Me dan ganas de agarrarlos todos y empujarlos contra mí. Pero lo único que soy capaz de hacer es callarme. Y seguir así, sonriéndole a mis (o tus) fantasmas.

miércoles, 6 de enero de 2010

Cartoon Network

Entre que tengo un montón de asuntos pendientes por pensar, un par de zapatillas naúticas que mandar a lavar, plata que debería ahorrar, un amor en Santa Teresita, unas cuántas películas por ver (aunque siempre repita las mismas), un casi más me animo y algún que otro tornillito flojo, sigo sosteniendo que la felicidad la encontré siempre en las cosas imperceptibles de la vida. Sería como: "una vez más, todo está bajo control, gracias a las cosas imperceptibles de la vida" (sí, con el tonito de Las Chicas Superpoderosas).

Un, dos, tres: probando...

Buenas tardes, me llamo Evelyn y anduve analizando un poco el asunto de "el miedo" estos días. Llegué a la conclusión de que el miedo más grande que puede tener un ser humano es a la muerte, y de no ser así no le debe tener miedo a nada. Porque, el miedo mismo es un estereotipo que aprendimos desde chicos... es una costumbre. Nos acostumbramos a tener miedo porque todos tenemos miedo. Pero tenerle miedo a diferentes cosas es igual a tenerle miedo al dolor, el dolor mismo que nos puede llevar a la muerte. Y esto me llevo a pensar en que mal está acostumbrarse a una rutina, acostumbrarse a pensar de tal manera, acostumbrarse a vivir de una determinada forma. Es como si estuvieran todos estancados en el mismo lugar, porque así van a poder vivir bien pero van a seguir siendo del montón.
Che, se puede pensar mucho a las tres y media de la mañana después de ver una película de terror, ¿no?
Lo cierto es que pensar de esa forma me hizo dejar de tener miedo... es la realidad. Yo también me mal-acostumbré.